El
gobierno mexicano hace todo lo posible para que la democracia no se implante en
el Estado mexicano. Año tras año, trienio tras trienio, sexenio tras sexenio y elección
tras elección se cometen las acciones más bajas y viles para llegar al poder
sin que a los políticos les importen las consecuencias. Claro que las
consecuencias son malas pero no recaen en los gobernantes y políticos sino en
el pueblo. Las cúpulas de los gobernantes y políticos gozan de sueldos y prestaciones
como si fueran productivos, eficientes y cuidaran los intereses generales del
pueblo; no es así, están al servicio de los burgueses económicamente pudientes
que les encargan el diseño de las leyes a su modo. Esto súmesele todos los
delitos y excesos que a diario cometen gobernantes y políticos y se tendrá la
base de la pobreza mexicana. El erario es el botín de todo político. “Vivir
fuera del presupuesto, es vivir en el error” decía cínicamente un priista
llamado Cesar Garizurieta apodado el “Tlacuache”, ya se puede uno imaginar la razón.
Y, este viejo pensamiento ruin y mezquino sigue en boga; ya vimos a los panista
y perredistas y todos los demás partidos entrar a la rapiña de lo público.
Con
justa razón el pueblo protesta, como respuesta material, el pueblo recibe represión
cuantas veces protesta. Existe otra, la formal y que es explicación oficial y
de los partidos políticos: Se debe reformar la constitución y todo el marco jurídico
y abrir la economía al mercado para que a los mexicanos nos vaya bien. Esta
promesa tiene por lo menos treinta años pues se remonta a inicios de los años ochenta
del siglo pasado cuando se empezó a privatizar lo público. Claro que existen personas
que ven claramente que esto no es más que retórica hueca.
El
bienestar del pueblo mexicano no puede estar en las reformas estructurales que
tanto encomian los gobernantes por muy buenas que estas sean en la formalidad
ya que en la realidad son contrarias a los intereses generales del pueblo
mexicano. Mientras el Estado mexicano no castigue a la clase política por todos
sus delitos, excesos y desmanes no habrá forma de que al pueblo le vaya bien.
De la misma manera, mientras no se implante la democracia no habrá propiamente
justicia, equidad, oportunidades de empleo digno, de salud, de educación y
de todo aquello que le viene aparejado. Esto responden los gobernantes no solo ellos
saben cómo hacerlo y que el pueblo debe ponerse a trabajar y dejar en amos de
los que sí saben la corrección de los males que aquejan al pueblo. Los que
pensamos de manera distinta a la forma oficial y actuamos en consecuencia no
nos convence por obvias razones.
Hoy
por la mañana (21/04/14) en el noticiero de Carmen Aristegui, Enrique Galván
dio la noticia que debe ser analizada pero que de entrada desmiente al gobierno
y políticos mexicanos con relación a la economía y a la democracia.
El
Estado suizo en lo económico propone que el salario mínimo por hora, es decir,
el que corresponde a la mano de obra no calificada, sea de 25 dólares ($325.00
mexicanos) por hora que se traduce en 200 dólares ($2600.00 mexicanos) la
jornada de ocho horas. Comparado este salario al mexicano en su mejor versión por
zona es de $8.41 por hora, que por jornada laboral de ocho horas da la cantidad
de $67.28.
Esto
evidentemente, no se puede analizar este tema sin tomar en cuenta las diferencias
existentes entre los dos Estados, el suizo y el mexicano. Sin embargo, nos hace
ver claramente que es posible modificar el plan oficial y alcanzar por otros
medios (eso tema implícito que ahora no trataremos), el bienestar social. ¿Qué han
hecho los suizos para alcanzar tal prosperidad?, ¿Cómo lo han implementado en
sus leyes?, entre otras preguntas debe ser la base de dicho estudio. Por lo
pronto esto refuta no solo al gobierno mexicano sino a toda la clase política
que sigue la receta de las grandes empresas trasnacionales nacionales y
extranjeras.
Por
si esto fuera poco, el gobierno suizo va a poner la propuesta de salario mínimo
a referéndum para que el pueblo suizo opine sobre la propuesta; no obstante,
que de entrada parece en beneficio del mismo pueblo. A los demócratas mexicanos
esto debe parecerles absurdo, pero no lo es. La democracia bien entendida no
puede basarse en cosas dadas o entendidas tal y como ocurre en México, en donde
los gobernantes y políticos están acostumbrados y aferrados a que solo ellos
son los que pueden pensar y tomar las decisiones fundamentales con relación a
lo público.
Necesariamente,
para que haya beneficios reales y generales en el pueblo mexicano, debe
democratizarse el poder, en caso contrario seguiremos con las farsas y
simulaciones que como hasta ahora hemos estado viviendo en lo público. Estoy
seguro de que a los gobernantes y políticos mexicanos este tipo de noticias y
exigencias no les cae de manera alguna bien. Pero deben de entender que nos son
los dueños de lo público de manera particular sino simples empleados del
Estado. De todos los políticos que he conocido pocos muy pocos tienen la
capacidad para ocupar un puesto. Es menester que eleven, con mucho su nivel de política
y de especialización en su ramo ya que por un largo tiempo han sido símiles de
Cesar Garizurieta. Los mexicanos no vamos a cejar en que se implante una nueva
forma económica y política basada en la democracia. En este punto, los
mexicanos tienen la palabra.