EL
INEVITABLE OCASO DEL VIEJO RÉGIMEN Y DEL PARTIDO REVOLUCIONARIO INSTITUCIONAL
El
verdadero drama lo viven los priistas, los demás son zombis y comparsas. El
Partido Acción Nacional (PAN) vive su peor momento político desde el dos mil,
pero no va a desaparecer. Su fuente de alimentación son los religiosos católicos
y hay demasiados conservadores para seguir en la lucha, aunque por el momento
no tenga victorias sonadas. El Partido de la Revolución Democrática (PRD), no
tiene salvación. Seguramente en el 2024 pierda el registro nacional y, se
diluya en el tiempo y espacio. Su extinción es inevitable. Volvamos a nuestros
personajes principales.
El
PRI lucha contra un enemigo invisible, el cambio, pero que deja sus huellas en
todo lo que toca; en lo material, en lo inmaterial como la consciencia humana y
empuja a los seres humanos a dejar su mundo conocido para tomar caminos nuevos e
inventar mundos inéditos en donde ya no tienen cabida las viejas estructuras de
la vida. En el caso nuestro ha nacido una serie de generaciones tan distintas al
viejo molde judeocristiano de familia: Papá, mamá e hijos que, los partidarios
de lo viejo lanzan sendos gritos reprobatorios. Nuevas formas de familias han
emergido del viejo régimen familiar que, estaba en concordancia con el régimen político,
social, artístico y religioso. La familia y el régimen político se esfuman como
gotas de agua que se trocan en vapor ascendente al toque del crepúsculo matutino.
Contra
ese cambio luchó la Santa Madre Iglesia durante el siglo XV, XVI y sigue
luchando, pero ya como un espantajo. Contra ese cambio luchó la monarquía francesa
y toda la vieja Europa, en vano. Contra ese cambio peleó el Zar y su corte en Rusia.
Contra ese cambio combatió a brazo partido Porfirio Díaz y ante sus ojos se le reveló
la verdad, toda resistencia era inútil. México había cambiado radicalmente y ya
no tenia cabida ni Porfirio Díaz ni el porfirismo a pesar de “La decena trágica”.
El cambio es un enemigo invencible.
Los
priistas han decidido hacer una puesta en escena. Gritan llenos de confianza y
de jubilo su pronto regreso al poder en la república mientras su casa arde en
llamas y se precipita hacia los abismos. Es de no creerse semejante visión inédita.
Esto deja pasmados a los espectadores. Contienen el aliento como si esperaran
una explosión, pero la muerte por el cambio es drama mudo. Los rituales para
resucitar muertos son ineficaces. El enemigo llamado cambio avanza imponente e
invencible triturando todo lo viejo a su paso a la par que, surge nueva
vegetación y vida. La emoción se ha ido y solo queda esperar el primer campanazo
vespertino como un llamado hacia el futuro. El alba espera. Los gallos esperan.
Los perros mudos miran a la lejanía mientras se oyen los cantos de fantasmas a
la vera del camino.
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