NUEVO ORDEN MEXICANO
La pandemia de Covid-19, ha desnudado las circunstancias en las que se encuentra el Estado mexicano, la calidad de los políticos mexicanos, la transición hacia un nuevo régimen, el padecimiento del pueblo más pobre con relación al Covid-19 y el ahondamiento de su pobreza. Es evidente que los gobernantes no tienen la capacidad para enfrentar la pandemia y sería muy bueno saber qué grado de responsabilidad tienen los anteriores gobiernos y el actual porque no se puede separar la realidad y asignar una liberación a ningún gobierno anterior ni a este. De eso se trata la madurez, distinguir la responsabilidad y en su caso, la culpabilidad de los gobernantes.
En este mismo contexto, se da una lucha despiadada y encarnizada por el poder por parte de la oposición y eso es la realidad de la política desde hace mucho, mucho tiempo, pero lo que no debe aceptar al pueblo es que, digan los políticos que luchan por todos los mexicanos; luchan por alcanzar el poder político y punto sin importarles mucho sus electores. Los políticos siguen viviendo sin ninguna molestia o carencia.
Los nuevos políticos tratan de afianzar su clase y encontrar un nuevo puesto aun sin tener la calidad ni haber siquiera haber presentado una sola iniciativa que pueda ser benéfica para los diversos sectores de la sociedad y eso es malo e inaceptable. No merecen la confianza de los electores y se debe evitar en la medida de lo posible que sigan llegando personas incapaces a los puestos de senadores, diputados federales y locales, gobernadores, presidentes municipales y en general toda clase de personas a puestos públicos. Esto conservaría al Estado mexicano en franca decadencia. Hacen falta servidores públicos realmente comprometidos y capaces de hacer funcionar al Estado mexicano y que este se consolide a la par del nuevo régimen.
Es claro que, la mayoría de la gente se deja llevar por teorías cuando no por ideas descabelladas de conspiraciones y poderes ocultos cuando no trasmundanos que rigen la realidad. En realidad, se establecerá una nueva realidad, una nueva normalidad y si prefieren, un nuevo orden en el Estado mexicano. Todavía no hemos llegado al final de padecer los efectos de la pandemia que dejará a millones de mexicanos más en la pobreza y con un largo camino a la recuperación económica, social y política.
Esta nueva realidad debe ser seguida y corregida por el pueblo. No es la voluntad personal (Presidencialismo), la que debe moldear el nuevo régimen político. Hasta ahora los intentos por perpetuarse un partido en el poder o la reelección de un individuo por sí o por interpósita persona, en la presidencia de la república ha fracasado; es decir, el “Sufragio efectivo no reelección”, no ha perdido su vigencia, su vigor ha sido efectivo y eso se debe a la lucha de muchos políticos, pero en primera y última instancia por la conciencia que ha tomado el pueblo mexicano en este rubro. No es que, esta conciencia sea tersa, general, en el mismo nivel y todos los sectores sociales y políticos. La realidad no admite apelaciones de ninguna clase, es como es y punto.
Esperen, no caigamos en el pesimismo. La realidad se moldea por todas las fuerzas sociales, políticas, empresariales, económicas no solo nacionales no también exteriores que dan como resultados una nueva realidad en medio de un virus de la naturaleza que ha logrado paralizar al mundo y crear una nueva realidad de fondo. Ahora bien, ante todos estos cambios lo que se debe hacer es mantener la calma y la fuerza para no caer en la desesperación y sería muy bueno que, en verdad los tres niveles de gobierno pusieran a disposición de los más necesitados lo básico, la comida. Es muy fácil decir “Quédense en casa”, cuando las familias no tienen ni para comer y las cuentas se acumulan por los servicios públicos y privados. En efecto, se debe escoger entre quedarse en casa y morir o ver morir a la familia de hambre o salir a buscar lo básico para comer a riesgo de contagiarse. La gente no sale a las calles por necedad sino por necesidad ineludible de la vida.
Tengo la seguridad que la mayoría de los gobernantes y políticos ignoran (como casi siempre han ignorado el rumbo), cual es la realidad, las necesidad y requisitos para cambiar un viejo régimen político y crear uno realmente fuerte que no beneficie a una clase en particular y que tenga viabilidad por mucho tiempo. Órganos bien constituidos, instituciones fuertes, independencia entre los mimos; que se termine la “División de poderes”, que no ha servido políticamente más que para el totalitarismo, la decadencia del pueblo, la corrupción y leyes severas para los funcionarios públicos de todos los rangos en lo administrativo, civil y penal. No más simulación, corrupción e impunidad.
La transición hacia un nuevo régimen político es irreversible y no es por la voluntad de un hombre ni de un sector de políticos sino por la voluntad de un buen sector del pueblo que, presiente y siente la inutilidad del viejo Presidencialismo. Imaginen que sería de la Cuarta Transformación sin el apoyo popular. Esta transformación, nueva realidad o nuevo orden mexicano no tiene un fin positivo asegurado como no lo tuvieron las tres anteriores. No hay que ser ingenuos. La realidad es una construcción humana que puede salir bien o mal; según sea la participación acertada de todos los sectores sociales, económicos, intelectuales, y políticos, mexicanos. La tarea no es fácil ante la falta profunda de ideas y teorías acertadas que lleven a la construcción de la nueva realidad. De todo esto el pueblo en general tiene la última palabra y ya veremos cómo se desarrollan los actos y los hechos concretos.
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