El Dios cristiano es infinitamente bueno que
perdona a sus creyentes toda clase de crímenes. Es infinitamente bondadoso que
les permite a sus representantes amasar incontables fortunas materiales; es
infinitamente amoroso que les permite a los pastores de su rebaño cometer
crímenes inconfesables con toda impunidad. Al final todo se reduce al
arrepentimiento y un juicio en más allá.
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