13/10/12. La Jornada.
¿QUÉ ES EL
DISTRITO FEDERAL?
Bernardo
Bátiz V.
En todas las comunidades políticas hay un cruce de
realidades, una es la formal o jurídica y otra es su naturaleza sociológica:
deber ser y ser. En el caso de la ciudad de México conviene, cuando se piensa
en esta gran concentración demográfica, considerar ambas aristas para
entenderla cabalmente.
Jurídicamente, conforme al artículo 44 constitucional,
la ciudad de México es el Distrito Federal y por tanto el Distrito Federal es
la ciudad de México; no siempre fue así, antes el territorio escogido para
Distrito Federal estaba formado por varias poblaciones diferentes, la capital y
algunos municipios autónomos, separados por zonas despobladas o dedicadas a la
agricultura; la mayoría de los municipios se convirtieron después, por razones
históricas y políticas, en los conglomerados funcionales llamados hoy
delegaciones.
Conforme a otro artículo de la Constitución, el 43, el
Distrito Federal es una de las partes integrantes de la federación, pero no es
un estado, es una entidad de excepción. El precepto enumera desde
Aguascalientes hasta Zacatecas, por riguroso orden alfabético a los 31 estados
libres y soberanos en su régimen interior y en teoría política unificados en un
estado más amplio que los abarca, que tiene plena soberanía y es sujeto de
derecho internacional.
Fuera de esa lista por orden alfabético, sin ser
estado, está el Distrito Federal, pero no se crea que es un ente de categoría
inferior o algo menos que un estado como lo fueron los territorios; por el
contrario, la ciudad de México o Distrito Federal, tiene un estatus diferente y
de cierta manera superior al de las demás entidades de la federación, sin duda
porque aquí radican los tres poderes supremos de la República, pero también por
ser la ciudad de todos los estados, cabeza de ellos y centro de gobierno.
Ser la capital es más que ser un estado y de darse el
supuesto del artículo 44, de que los poderes federales se trasladen a otro
lugar, el actual territorio del DF se transformaría, entonces sí, en el estado
del Valle de México. Estaríamos así ante dos fenómenos teóricos muy
interesantes: Un nuevo Distrito Federal en otro sitio y aquí un estado muy
diferente a los demás en geografía, población, industria y comercio
hipertrofiados. Un solo dato: el DF genera 20 por ciento del PIB con menos de
10 por ciento de la población. De convertirse en estado, sería un súper estado.
En cuanto a la naturaleza sociológica de la capital,
no podemos menos que asombrarnos ante la intensidad de la vida capitalina,
movilidad en todos sentidos, en especial económica y social. Hay aquí los
ingredientes propicios para caer en un estado de caos o de anarquía: más de
ocho millones de habitantes, cuatro millones de vehículos, mezcla confusa de
barrios pobres y marginados con zonas residenciales; industria y comercio como
en ninguna otra ciudad del país y no sólo los negocios más o menos lícitos,
también me refiero al contrabando, a la mal llamada piratería industrial, a la
trata de personas, a las drogas, todo un coctel propicio para la explosión y
con todo eso, estamos ante un orden que no deja de asombrar; se vive y se vive
bien, hay orden, gobernabilidad y alto grado de seguridad que hace que los
habitantes de otras entidades busquen a esta ciudad como refugio.
Adelanto una explicación para que otros con mejores
herramientas de antropología social den mejores razones científicas. Creo que
lo que hace distinta a nuestra ciudad de otras zonas del país, es que aquí la
politización y la información que circula a gran velocidad es mayor que en
otros lados, somos una sociedad muy informada y muy politizada.
Por ello las autoridades deben ser simultáneamente muy
eficaces, en especial las fuerzas del orden, pero muy sensibles y respetuosas
de las manifestaciones ciudadanas. Casos como la represión a manifestantes o
bien obras hechas a contrapelo de la opinión pública pueden ser el inicio de
cambios en la calificación que los habitantes hacen día a día del gobierno; el
Distrito Federal cuenta con una ciudadanía viva, atenta y decidida, que no se
olvide.
CRITICA
Es erróneo, a mi entender lógico, jurídico
y filosófico que Bernardo Bátiz siga
usando conceptos totalmente equívocos tales como “tres poderes supremos”, y “libres y soberanos”. En el primer caso se
refiere a los tres órganos que ejercen la soberanía nacional y que confunde con
poderes. La soberanía radica en el pueblo y solo faculta a los órganos Legislativo,
Ejecutivo y Judicial para ejercer la soberanía. Olvida Bernardo Bátiz que la soberanía
es una, inalienable e imprescriptible. En el segundo caso no se da cuenta de
que los estados integrantes del pacto federal tienen autonomía para su administración
en los tres aspectos Legislativo, Ejecutivo y Judicial y solo el Estado
mexicano ejerce la soberanía popular, incluso asevera correctamente que es
sujeto de Derecho internacional, debido al ejercicio de ese súper poder.
Parecen mínimos los errores del
señor Bátiz sobre el tema, con todo, si se siguen dichos términos erróneos se llegará
a conclusiones tan funestas como hasta ahora se han tenido en la concepción de
la soberanía. Entender a cabalidad ontológica, jurídica y lógica estos
conceptos básicos es el principio de enmendar los fatales errores que padece la
nación mexicana. Sería bueno y provechoso que los políticos razonaran con más
profundidad en los conceptos constitucionales ya que finalmente es el pueblo
quien padece sus desatinos.Para no repetir mis criticas de manera ociosa, quien guste puede leer en este mismo blog mi ensayo DIVISIÓN DE PODERES, PODER DE DIVISIÓN u otros artículos relacionados.
Con una impresionante trayectoria y
una destacadísima educación y maestro de invitado en Universidades extranjeras
es deseable que nos de luz sobre los temas que ataca y no penumbras como hasta
ahora.
Este es el currículo del maestro Bernardo Bátiz
Es un destacado jurista e intelectual
Abogado, Escritor y Político Mexicano, Licenciado en Derecho por la Universidad
Nacional Autónoma de México y tiene una maestría en Derecho Parlamentario en la
Universidad Iberoamericana. Catedrático de Derecho Constitucional y
Parlamentario, ha sido profesor invitado en las universidades Leiden de
Holanda, Complutense de Madrid y Estatal de Nueva York. En 2000 se desempeñó
como Procurador General de Justicia del Distrito Federal.