GENERACIONES ENTRE
EL CAPITALISMO Y EL NEOLIBERALISMO
Cuando
mis padres decidieron comprar un lote en la ciudad de Puebla, Puebla, fue todo
un acontecimiento en mi vida. Ya había estado en diversos estados de México y
ya había conocido la parte buena y la parte mala de esas ciudades. Por aquel
entonces, las calles ya se habían trazado y comenzaba a llenarse construcciones.
Mi madre hacia los pagos a un señor que, siendo el dueño de buena parte de la
colonia, tenía como meta componer sus zapatos. No era raro encontrarlo en ese
menester sin ser zapatero. Las calles eran polvosas de septiembre a marzo y se convertían
en lodazales el resto de los meses. En algunas partes de la colonia todavía podían
verse surcos donde hasta hace no mucho se había sembrado maíz y frijol. Había algunos árboles de duraznos. En particular teníamos uno en el patio.
Había fábricas textiles. Muchos de nuestros vecinos eran obreros. En cada cambio de
turno se veían pequeños ejércitos de obreros salir y entrar. Algunos llegaban
caminando y otros en sus bicicletas. Había venta de café y, tortas y todo el
tiempo se podía oír el ruido de los telares, de los viejos telares. Por las
noches se convertía en un ruido armonioso. Noches claras y calurosas; noches claras
y frías, según la estación de año. Gradualmente los dueños de las casas fueron
mejorando la construcción de sus casas y, después de muchos años el servicio de
transporte pudo circular sobre calles ya pavimentadas.
Los
padres siempre con el anhelo de que sus hijos tuvieran una mejor vida enviaban
a sus hijos a la escuela y después, a la preparatoria y los afortunados a la
Universidad. La colonia se empezó a llenar de profesionistas. Abogados,
dentistas, médicos, maestros, contadores eran los más visibles. El progreso,
siempre el progreso. Con el tiempo los padres, ahora ya ancianos, empezaron a
morir, dejando las casas a sus hijos. Estábamos ya en el nuevo siglo atrás quedaba
el siglo XX. Las nuevas generaciones pasaban a ser los nuevos actores en esta
etapa. Pero era muy significativo ver la vida en esta etapa. La imposición del
Neoliberalismo tenía ya unos 16 años de haberse impuesto y se veía ya sus
efectos. Mientras los padres habían vivido casi toda su vida en el capitalismo
al estilo priista los hijos habían ya madurado en el Neoliberalismo.
Hay
una diferencia diametral en la vida de estas dos generaciones, la que vivió casi
toda su vida en el capitalismo y la que maduró en el Neoliberalismo. La primera,
pudo comprar terreno, construir casas y enviar a sus hijos a educarse. La
segunda, recibió la herencia material, casas principalmente, pero nunca a
superar lo que habían hechos sus padres obreros o empelados. Bien se puede ver
que, la segunda generación no ha hecho algo significativo a las casas que,
construyeron sus padres ni han logrado salir de pertenecer formalmente a la
clase media, pero materialmente pertenecer a la clase obrera de su tiempo.
Los
gobiernos neoliberales quitaron los derechos humanos fundamentales a las nuevas
generaciones y, volver a tener derecho a la educación, a una vivienda, a un
trabajo digno, a poder vacacionar, subir de clase social, tener un trabajo como
profesionista bien pagado, acceso al agua y todos los demás derechos humanos parece
ser una utopía. El libre mercado es un gran océano donde conviven todo tipo de peces
en donde el más grande se come al resto. Véase las grandes trasnacionales sobreexplotar
todos los recursos naturales, minerales, selváticos, animales y lo que se pueda
uno imaginar con toda la impunidad. Los mercaderes llegaron al poder y
convirtieron a todo en mercancías y la vida no ha sido la excepción. Hace falta
una reforma a toda la vida. Si los pueblos no luchan contra esta rebaja en la
vida estarán condenados a nuevas servidumbres. Se acabó la esclavitud, pero no la
explotación del hombre por el hombre. Vaya mundo. No creo que, este sea el
mejor de los mundos posibles como lo decía Leibniz.