¿TIENEN O NO DERECHOS LOS DELINCUENTES?
De
inicio la mayoría de las personas dirían que los delincuentes no tienen derecho
alguno y que, por delinquir han perdido todo derecho. Pero esto que parece tan
evidente carece de soporte legal, ético, moral y humanístico. En la Antigüedad se
aplicaba la “Ley del Talión”, consistente en aplicar un castigo, generalmente
de la misma magnitud del delito cometido. Pero el Derecho se fue perfeccionando
(Y, espero que se siga perfeccionando a mayor velocidad), y entro en escena la
equidad que tomaba ya en cuenta las circunstancias en que se cometían los
delitos. Es evidente que quien roba es un ladrón y debe ser castigado pero no
se debe castigar de la misma manera quien roba por hambre (el robo del famélico),
lo estrictamente lo necesario a quien roba para hacerse rico ilegalmente.
Los
Derechos Humanos son de, relativamente reciente implementación y todavía hoy,
se sigue debatiendo si estos derechos son de naturaleza iuspositivista o
iusnaturalista pero no hay duda de que estos derechos son progresistas y lo
deben ser pues, en un mundo en donde lo meramente material se ha entronizado por
encima de los valores tales como la solidaridad, la amistad, el valor, la
libertad, la legalidad es menester que se haga a lo menos un esfuerzo por no
perder de vista lo que tiene de humano positivo la mayoría de personas.
De
común se cree que a los peores delincuentes se les debe imponer la fuerza del
Estado sin ningún miramiento. La experiencia demuestra que la pena de muerte no
soluciona ni frena la delincuencia; tal y como sucede en los Estados Unidos de Norteamérica
y no es raro que se condene a muerte a muchos inocentes y ya muertos; no hay
remedio.
Los
Derechos Humanos tienen una ya buena tradición teorética y practica en muchos
Estados nacionales como en los Nórdicos con muy buenos resultados. Y, no se
trata de dejar sin pena a los delincuentes pero si estos violan el orden
irracionalmente, rompen las leyes y ponen en zozobra a la sociedad no es bueno
que, las personas racionales, pierdan su integridad, su lado positivo de
humanidad y se conviertan en verdugos despiadados de la venganza. ¿Qué diferencia
habría entre los asesinos, violadores y demás delincuentes con aquellos que sintiendo
tener la razón se deleiten con el dolor y la muerte de los delincuentes?.
Ninguna, serían asesinos escudados en una supuesta “verdad legal”.
En
México hemos llegado a grados de salvajismo inaudito y los “legalistas” y “racionalistas”,
creen que volviéndose verdugos de los delincuentes los vuelve héroes; no hay
tal. El problema de la delincuencia tiene raíces diversas que siempre yacen en
la misma sociedad que, aunque no lo piense ni acepte, está enferma. En este
mismo contexto, el Estado o mejor dicho los órganos del Estado son ineficientes
para prevenir, impartir justicia y legislar las conductas delictivas. Es decir,
todos somos responsables de las actuales condiciones en que vivimos.
La
decadencia actual del Estado mexicano, se agudiza a partir de los años 80s del
siglo pasado y paso que, se veía que gradualmente se volvía más decadente el
Estado y no se hacía lo necesario para resolverlo o de plano las autoridades se
volvían cómplices de la delincuencia. La sociedad misma se sumergió en una
orgía de decadencia mientras todo empeoraba. El mal viene de lejos y no se va a
resolver con barbarie como lo piden insensatos con negras intenciones.
A
los delincuentes se les debe castigar de acuerdo a las leyes vigentes pero
respetando el debido proceso y sin violencia innecesaria. Venimos de un sistema
legal lleno de barbarie, de injusticias, de ilegalidades y de todo tipo de
excesos como para dar un giro de 180 grados y volver de donde tanto se luchó
por salir. Mucho me temo que aquellos que piden imponer la “Ley del Talión”, es
decir, la barbarie, el salvajismo no tienen ni idea del Derecho, de la Filosofía
y sí mucho de ignorantes, de enfermos mentales cuando no de rijosos pagados.
Es
evidente que, como integrantes del Estado mexicano, sociedad y autoridades nos
hace falta muchísimo saber sobre los Derechos Humanos, como protectores primero
de las víctimas y después a los victimarios. Pero esto no invalida ni la teoría
ni mucho menos la práctica de los mismos. En tiempos de zozobra nunca faltan
los que, abonan con el máximo ardor al máximo salvajismo verbal y material. En
resumen, los delincuentes tienen derechos no únicamente por ellos mismos sino
por no caer en el mismo nivel de irracionalidad que los delincuentes. Claro
esto está en los Tratados Internacionales que el estado mexicano ha firmado y
ratificado y en el texto del artículo 22 de la Constitución General[1].
No es un capricho. Ya lo dijo Nietzsche: “Quien
con monstruos lucha cuide de no convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras
largo tiempo a un abismo, también este
mira dentro de ti”
[1]
Artículo 22. Quedan prohibidas las penas de muerte, de mutilación, de infamia,
la marca, los azotes, los palos, el tormento de cualquier especie, la multa
excesiva, la confiscación de bienes y cualesquiera otras penas inusitadas y
trascendentales. Toda pena deberá ser proporcional al delito que sancione y al
bien jurídico afectado.